Tuesday, April 03, 2007

SOBRE CHILENOS, SU AGUARDIENTE AGUADO Y DEMAS BASURA DE ESA FRANJA DEL SUR.

Columna escrita por Alonso Alegria, Hijo de Ciro Alegria Tomado de Peru21 Chile: lo que debería sentir y lo que siento Yo nací en Chile por capricho del dictador Benavides, quien exilió a mi padre. Llegué al Perú a con nueve meses de vida y me siento, soy y vivo como peruano. Mi madre mantuvo estrecha amistad con queridísimos chilenos, quienes fueron también mis amigos. Mi congoja al ver los sucesos del 11 de setiembre en Chile fue grave e hice lo que pude por ayudar a chilenos exiliados. Piezas de teatro mías se han dado allá con mucho éxito. Razones tengo mil para querer a Chile, pero la verdadera verdad es que Chile y los chilenos en general no me caen. Quizás sea su prepotente lema de país decidido a lograr lo que quiere "por la razón o la fuerza", quizás sea el aflautado tono que los chilenos usan al hablar, quizás sea lo sabidazos que son para robar productos y tradiciones, quizás sea... pues, que perdimos la guerra.
Desde que se armó el lío del documental chileno autocensurado (llamado, tendenciosamente, Epopeya) he venido encuestando informalmente a jóvenes universitarios. A la mitad les importa y concierne esa guerra. Ninguno cree que un documental chileno pueda ser ni remotamente imparcial al respecto (tampoco piensan que uno peruano podría serlo). Algunos con sabiduría acotan que el tema de la guerra sigue pendiente cien años después porque los límites entre los dos países siguen pendientes cien años después. A todos les enardece que Chile finja, invente y haga fintas para apropiarse del pisco, de la papa, del cebiche, del mar. Alguno se aventura a sugerir que la postergación aplicada al documental aquel es una táctica para que su audiencia se multiplique cuando aparezca. Y se preguntan por qué, justo ahora, los chilenos remueven el tema de esa guerra inconclusa. Otros encuentran absurdo el título de Epopeya. ¿Epopeya de quién? Pero lo que más logran estas preguntas y sus respuestas es ponernos a muchos entre la espada de lo que deberíamos sentir respecto a Chile-país-hermano y la pared de lo que verdaderamente sentimos. Que es una cierta antipatía mezclada con algo de resentimiento y no poca frustración.
He inventado, durante este trajín, un test para deslindar por dónde anda cada quién en este tema. Póngase, amigo, en el terrible caso de que se armara una segunda guerra contra Chile. ¿Cree usted que los chilenos serían moralmente capaces de destruir con bombas las ruinas de Machu Picchu (tal como bombardearon su propio palacio presidencial), dejándonos todas las antiquísimas piedras esparcidas en desorden por las laderas? Si usted piensa que jamás serían capaces de hacer algo así, usted está muy bien reconciliado con Chile. Pero si acaso considera que sí serían capaces de tal atrocidad..., pues, usted está donde yo y muchos otros estamos hoy: sintiendo respecto a Chile lo que no quisiéramos sentir. Pero que a Chile, que yo sepa, le importa un pequeñísimo comino qué sintamos.

2 Comments:

Blogger Patricio Lynch Solo de Saldivar said...

jauajaujaau eres de atar cholito

8:20 PM

 
Blogger Patricio Lynch Solo de Saldivar said...

sorry pero todavia no paro..juajuajuajaua y con una libreria...jaujaujauajaua

8:21 PM

 

Post a Comment

<< Home